martes, 9 de diciembre de 2014

Introducción

La educación es un fenómeno básicamente social. Esta dimensión social aparece tanto en la naturaleza misma del proceso educativo-acción de los otros sobre un sujeto-, como los contenidos, hábitos y valores que se transmiten en la acción educativa. Por consiguiente, la educación es siempre resultante del momento histórico en que acontece, del lugar donde se realiza, de la cultura imperante y de la estructura socio-política vigente.
La educación es un proceso autónomo y heterónomo, es autónomo, porque es una actividad creadora y libre del sujeto, la espontaneidad activa del educando como ser individual y es heterónoma, porque este ser que se educa está sometido a influencias exteriores, a coacciones del medio natural y humano, a la presión de los valores y bienes culturales que han de modificar, inevitablemente, su desenvolvimiento espontáneo y natural.
Educación procede del verbo latino <<educo-as-ares>>, que significa criar, alimentar, instruir, hacer crecer, otros autores expresan que la procedencia del verbo latino <<educo-is-ere>>, que significa extraer de dentro, sacar de dentro hacia a fuera, hacer salir.

Concepto de educación, según diversos autores dicen que la educación es el procedimiento mediante el cual se le da al hombre todo lo que no tiene al nacer y necesita para la vida.

Justo Sierra Méndez


Justo Sierra Méndez


Fue hasta 1905 en que Porfirio Díaz aceptó separar del Ministerio de Justicia el ramo de la instrucción pública para hacer una nueva Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, cuya titularidad estuvo a cargo de Sierra del 1º. de julio de 1905 al 24 de marzo de 1911.

Este cambio significó para Sierra que el presidente Díaz había comprendido que la educación pública en el país era tan importante como la transformación económica. La asignación presupuestal fue mayor cada año, pero mínima comparada con lo asignado al Ministerio de Guerra, que acaparaba la cuarta parte del presupuesto total. En este año, del total de mexicanos, el 85% de la población era analfabeta. (Bazant, 1993:41)
De acuerdo con registros, para 1910, México tenía 15.2 millones de habitantes, el 71 por ciento vivía en zonas rurales; el 58 por ciento tenía 14 años o menos, y 81.5 por ciento de la población adulta era analfabeta.

Al hacerse cargo del ministerio, Sierra se propuso realizar dos cosas: la primera, consistía en transformar la escuela primaria, de simplemente instructiva, en esencialmente educativa con la participación directa del Estado, en un organismo destinado, no a enseñar a leer, escribir y contar, como se pretendía antes, sino a pensar, a sentir y a desarrollar en el niño al hombre. La segunda era la de organizar los estudios superiores.

En la ley de 1908 se promulgó de una manera más concreta y fundamentada su pensamiento educativo y con ella pretendía alcanzar el primero de sus objetivos: la idea de que la educación oficial sería esencialmente educativa; la instrucción se consideraría como medio de educación, y declaraba obligatoria la educación primaria. 

El argumento empleado por Sierra para justificar la transformación a una escuela primaria educativa con la participación del Estado, fue “...el estado debe encargarse de buscar en el niño al hombre físico, moral e intelectual, debe procurar el desarrollo armónico de sus facultades, de estos tres modos de ser, y añadir otro, el modo estético, es decir, educar la facultad de concebir lo bello y formar el gusto”. (Sierra, 1985 a:25)
En este programa se buscaba principalmente desarrollar en los educandos el amor a la patria, a sus instituciones y contribuir al progreso del país. El perfeccionamiento de sus habitantes sería integral, es decir, tendería a producir simultáneamente el desenvolvimiento moral, físico, intelectual y estético de los escolares. Además la educación debería ser laica, absteniéndose de enseñar, defender, o atacar ninguna de las religiones y, además, sería gratuita. 

La gran obra moral de la escuela laica consiste en inculcar la verdad, infundiendo en la niñez los hábitos de amor a la verdad que son, la clave de toda educación moral. En el artículo 4º. de la Ley de 1908 se incluyen preceptos que pueden llamarse de orden pedagógico.

El maestro Justo Sierra, consideraba que la educación moral ayudaría a la formación del carácter por medio de la obediencia y disciplina, así como por el constante y racional ejercicio de sentimientos, resoluciones y actos encaminados a producir el respeto a sí mismo y el amor a la familia, a la escuela, a la patria y a los demás. La educación física, obtenida por las medidas de profilaxis indispensable, los ejercicios corporales apropiados y  por la formación de hábitos de higiene. La cultura intelectual, el que se alcanzará por el ejercicio gradual y metódico de los sentimientos y la atención, el desarrollo del lenguaje, la disciplina de la imaginación y la progresiva aproximación a la exactitud del juicio. Y por último, la educación estética, que se efectuará promoviendo la iniciación del buen gusto y proporcionando  los educandos nociones de arte adecuadas a su edad. 
Justo Sierra consideraba que era imprescindible que la educación fuera laica, conforme su declaración:
estamos obligados a no herir esta delicadísima fibra del corazón humano, que se llama el amor por la fe que se profesa, y que es precisamente la que pulsa la Iglesia para mantener vivo, sin lograrlo, por fortuna, el odio de la mayoría de la población de la República hacia nuestras libres instituciones... Toca al escritor, al filósofo, el historiador, combatir la doctrina con la doctrina y denunciar y refutar las ideas que desde la cátedra católica niegan la legitimidad de cuanto constituye las condiciones de vida de la sociedad actual. Pero esto no lo puede hacer el Estado, no puede convertirse en sectario, porque representa la totalidad nacional y de lo contrario rebajaría su papel al nivel de los odios religiosos y su misión de justicia quedaría fundamentalmente adulterada por esta suerte. En cambio debe no sólo reprimir, sino prevenir el mal y combatir resueltamente, y para ello es la escuela un instrumento maravilloso, cuando a transformar a las generaciones venideras en enemigas de las teorías sobre las que se basan la sociedad y el estado mismo.

También reformó a siete los años de escolaridad, es decir, cinco para la educación primaria elemental y dos años de educación primaria superior. Esto motivado por las diferentes circunstancias sociales prevalecientes en la época en el país, lo que en muchas ocasiones originaba que la mitad de la población usuaria únicamente cursara algunos primeros años, por lo que las materias eran las mismas que las de la primaria elemental sólo que vistas con mayor amplitud.



Al respecto declaró: “Un niño no educado no puede ser un buen mexicano. La educación de cuatro a cinco años comprende al niño de seis a catorce años. La educación primaria elemental para llegar a su completo desarrollo, necesitará cinco años en vez de cuatro”.

José Vasconcelos

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José Vasconcelos

Ensayista, ideólogo y político mexicano, nacido en Oaxaca el 28 de febrero de 1882, que influyó notablemente en la definición de un iberoamericanismo basado en el mestizaje, a partir del cual se conformaría la raza cósmica, raza que estaría llamada, en no mucho tiempo, a ser depositaria del espíritu del mundo.
Empapado sin duda en las creencias alucinadas difundidas por Helena Petrovna Blavatsky y toda su corte de propagandistas teósofos [«las siete Razas de la Humanidad», «los siete Elementos Cósmicos», la Atlántida perdida habitada por la raza madre, la noble raza aria, el antidarwinismo, &c.] –ya al comienzo del nuevo siglo, escribe Vasconcelos I:436, «con pretensiones de investigador científico abordé el estudio de los fenómenos espíritas comenzando con Mesmer y rematando con Allan Kardek, cuyos libros consulté en la Biblioteca Nacional»–, contagiado también del mismo idealismo que había embriagado a Hegel y a Fichte, admirador de Nietzsche y de Schopenhauer («Schopenhauer, ¡cuánto debo a tu fuerte pensamiento!», exclama Vasconcelos), tras la derrota de Alemania en la Gran Guerra, en plena decadencia de occidente spengleriana, supuso que elespíritu, que parecía se estaba cansando de actuar a través de la raza aria [aunque todavía faltaban los coletazos nazis...] se asentaría pronto en la quinta raza, la raza cósmica, una raza que habría de surgir de entre quienes venían celebrando desde 1913, en español y no en alemán, la Fiesta de la Raza.
Fue al parecer José Vasconcelos precisamente el inductor de que durante el régimen del presidente Alvaro Obregón adoptase México oficialmente esa celebración del doce de octubre. Nombrado en 1920 rector de la Universidad Nacional de México, antes de pasar a ocuparse al año siguiente de la Instrucción Pública de México, propuso José Vasconcelos, y fue aceptado, el famoso lema que todavía identifica orgullosa a la UNAM, lema que expresa de manera contundente la absoluta confianza en la raza (cósmica) como portavoz del espíritu (del mundo): «Por mi raza hablará el espíritu». (La Universidad Nacional Autónoma de Durango, fundada en 1957, adoptó el mismo lema: «Por mi raza hablará el espíritu»; y como en 1995 la Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas adoptó como lema: «Por la cultura de mi raza», cabría sospechar que el espíritu ya esté hablando a la raza através de la cultura.)



En 1925 publicó las 'Notas de unos viajes a la América del Sur' (Brasil, Uruguay, Argentina y Chile) antecedidas por un prólogo que da nombre a uno de sus libros más difundidos e influyentes: La Raza Cósmica, misión de la raza iberoamericana (publicado inicialmente por la Agencia Mundial de Librería, en Madrid). Parte Vasconcelos de la pugna feroz desde los primeros tiempos del descubrimiento y la conquista entre castellanos y británicos, entre el español y el inglés, latinidad contra sajonismo. Los yanquis serán el último imperio de una sola raza: el imperio final del poderío blanco, y el destino llevará a la raza mixta que habita el continente iberoamericano «a convertirse en la primera raza síntesis del globo», la raza cósmica, «que llenará el planeta con los triunfos de la primera cultura verdaderamente universal, verdaderamente cósmica». La decadencia del imperio español se habría producido por «una serie de monarcas extranjeros necios de remate como Carlos V, el César de oropel; perversos y degenerados como Felipe II; imbéciles como los Carlos de los otros números, tan justicieramente pintados por Velázquez en compañía de enanos, bufones y cortesanos, consumaron el desastre de la administración colonial» (frase que en la reedición del libro en 1948 se modera un poco: «una serie de monarcas extranjeros, tan justicieramente pintados por Velázquez y Goya, en compañía de enanos, bufones y cortesanos, consumaron el desastre de la administración colonial»), y «la estupidez napoleónica fue causa de que la Luisiana se entregara a los ingleses del otro lado del mar, a los yanquis, con lo que se decidió en favor del sajón la suerte del Nuevo Mundo», «la tontería napoleónica no pudo sospechar que era en el Nuevo Mundo donde iba a decidirse el destino de las razas de Europa, y al destruir de la manera más inconsciente el poderío francés de la América debilitó también a los españoles; nos traicionó, nos puso a merced del enemigo común. Sin Napoleón no existirían los Estados Unidos como Imperio Mundial».
Pero la colonización española creó el mestizaje y «esto señala su carácter, fija su responsabilidad y define su porvenir». Las cuatro razas de las que habla: la Blanca, la Negra, la Amarilla y la Roja (que es la americana, procedente nada menos que de la Atlántida y extendida de manera todavía más fantástica, Wegener por medio, en increíbles anacronismos ante los que Vasconcelos ni se inmuta) se irán mezclando sabiamente hasta producir la raza cósmica, pues serán «las leyes de la emoción, la belleza y la alegría» las que determinen los cruces, «con un resultado infinitamente superior al de esa eugénica fundada en la razón científica, que nunca mira más que la porción menos importante del suceso amoroso. Por encima de la eugénica científica prevalecerá la eugénica misteriosa del gusto estético» (esperamos que el libro de Vasconcelos no esté traducido al chino: «...no es justo que pueblos como el chino, que bajo el santo consejo de la moral confuciana se multiplican como los ratones, vengan a degradar la condición humana, justamente en los instantes en que comenzamos a comprender que la inteligencia sirve para refrenar y regular bajos instintos zoológicos»). 
Después de que el espíritu marcó el paso de la oca, sopló en los hornos crematorios y culminó su obra en la shoah, José Vasconcelos terminó por hacerse de la Orden Tercera de los franciscanos y anunció que repudiaba cuanto hubiese escrito en contra de las doctrinas católicas. Al parecer, incluso en 1952, en unas declaraciones a la prensa, llegó a afirmar que lo que él había querido decir es «Por mi raza hablará el Espíritu Santo» (creyendo, sin duda, que así arreglaba algo las cosas...).

Gabino Barreda


Gabino Barreda

Nacido en la ciudad de Puebla el 19 de febrero de 1818 se trasladó a la ciudad de México para estudiar jurisprudencia en el antiguo Colegio de San Ildefonso. Su inclinación hacia las ciencias naturales lo hizo interrumpir la carrera de derecho para iniciar estudios de química en el Colegio de Minería y en 1843 ingresar a laEscuela Nacional de Medicina.
Durante la intervención estadounidense en 1846 participó en la defensa del territorio mexicano y fue hecho prisionero en la batalla del Molino del Rey. En 1847, al terminar la guerra, se trasladó a París para continuar sus estudios de medicina. Fue allá donde Pedro Contreras Elizalde lo interesó en los cursos que impartía Augusto Comte, cuya influencia positivista fue decisiva para Barreda.
De regreso a México, en 1853 trajo consigo los seis tomos del Cours de Philosophie Positive de Comte. Obtuvo el título de médico y posteriormente impartió las cátedras de filosofía médica en la Escuela Nacional de Medicina y más tarde la de historia natural y la de patología general al crearse dicha asignatura.
Durante el segundo imperio en 1863 se trasladó a Guanajuato, donde viviría hasta 1867. El 16 de septiembre de 1867 pronunció la Oración cívica, cuyo contenido impresionó a Benito Juárez, quien al regresar del norte, ya triunfante, nombró secretario de Justicia e Instrucción Pública a Antonio Martínez de Castro, quien confió a Francisco Díaz Covarrubias la reforma de los estudios.
El 10 de febrero de 1868, al fundarse la Escuela Nacional Preparatoria, Barreda fue nombrado director general, donde con el lema, "Amor, Orden y Progreso", implementó el sistema positivista en su plan de estudios e impartió la cátedra de lógica; continuó impartiendo la cátedra de patología general en la Escuela de Medicina y participó activamente en la política mexicana. Con su frase "La educación intelectual es el principal objetivo de los estudios preparatorios", adopta como suyo el lema positivista: "Saber para prever, prever para actuar". En 1878 se retiró de la dirección general, y fue su legado una institución estable y fuerte.
En el congreso mexicano, fue presidente de la comisión de instrucción pública de la Cámara de Diputados. Fundó la Sociedad Metodófila, a través de la cual introdujo en México el positivismo que se convirtió en doctrina oficial no sólo de la educación sino del Estado. Sus ideas inspiraron a sus seguidores a formar el Partido Científico. En 1878, el gobierno del presidente Porfirio Díaz lo nombró embajador en Alemania.
En 1881, poco tiempo después de regresar a México, falleció en su domicilio en Tacubaya, Distrito Federal. Sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres, lugar al que fueron trasladados el 22 de enero de 1968.
En relación al positivismo de Augusto Comte, Gabino Barreda considera que la educación es el elemento neutralizante y disolvente del estado teleológico. La educación debe liberar en lugar de adoctrinar, debe oponerse a la explotación y a la dominación. Debe servir para la emancipación mental, pues en ella se encuentra el acceso al progreso.





Moisés Sáenz


Moisés Sáenz


En el inicio de la etapa constructiva de la Revolución Mexicana, el maestro Moisés Sáenz desarrolló una significativa labor dentro de la educación pública. El movimiento revolucionario triunfante estaba obligado a proporcionar justicia para el sector campesino, que lo había hecho posible, y los gobiernos revolucionarios, en su intento de satisfacer los anhelos del pueblo, iniciaron con palabras y hechos verdaderas políticas en beneficio de los hombres del campo.

Con este afán, se aprobaron y promulgaron leyes que sirvieran para entregar la tierra a quien la trabaja, se comenzaron a recuperar tierras en poder de extranjeros, se iniciaron las construcciones de obras de riego, se fundaron ejidos y cooperativas, se construyeron carreteras, se abrieron bancos agrícolas para financiar a los campesinos pobres, y muchas obras más. Sin embargo, esto no era suficiente para hacer producir la tierra, pues también era necesario fundar escuelas rurales y centros de capacitación agrícola. En este contexto, y una vez que salió de la SEP el gran maestro José Vasconcelos, se incorpora a esta secretaría el con el tiempo no menos destacado Moisés Sáenz.

Moisés Sáenz nació en Mezquital, pueblo cercano a la ciudad de Monterrey, el 16 de febrero de 1888. Sus padres eran granjeros protestantes, religión de la que nunca se apartó el maestro Sáenz. Inició sus estudios primarios en la capital del estado de Nuevo León, y para realizar los preparatorios se trasladó a la ciudad de México, ingresando a la Escuela Preparatoria Presbiteriana de Coyoacan. Después realizó los estudios de profesor de Educación Primaria en la Escuela Normal de Jalapa, y posteriormente fue a Estados Unidos a estudiar Ciencias Químicas y Naturales en las universidades Jefferson y Washington. Más adelante se doctoró en Ciencias en la Columbia University del vecino país, regresando también a doctorarse en Filosofía. Los últimos estudios formales los hizo en la Sorbona de París.

Ocupo diversos cargos durante su vida:

1. Director de Educación en el estado de Guanajuato en 1915.
2. Director de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM.
3. Director General de Educación en el D. F.
4. Jefe del Departamento de Intercambio de la UNAM.
5. Director de la Escuela de Verano para Extranjeros de la UNAM.
6. Oficial Mayor de la SEP en 1924.
7. Subsecretario de Educación desde 1925 hasta 1930.

Queriendo desarrollar y rescatar la cultura en el pueblo, impulsó desde la SEP la creación de escuelas de pintura y grabado al aire libre. Abrió también escuelas especiales y museos regionales, pero sobre todo,en este renglón, alentó la producción de artesanías y la capacitación en oficios, esto último a través de las Misiones Culturales. También impulsó la música y la danza, tanto la autóctona como la mestiza, buscando la integración cultural del pueblo.Fue significativo también su impulso y apoyo a la investigación antropológica y social, en especial la que versaba sobre la escuela rural, con el objetivo bien definido de mejorar el nivel de vida de las clases campesinas. Sáenz es el primero que aplica la exploración social y el Survey, a través de las Misiones Culturales, como una base para el desarrollo de sus programas.

Probablemente su obra más significativa fue la escuela rural, a la que dio nuevo impulso, convirtiéndola en eje del desarrollo comunitario. En este enfoque, se borraron las fronteras entre comunidad y escuela, impulsando las Casas del Pueblo para beneficio de niños, jóvenes y adultos, que tuvieron así un medio para la transformación social, acorde con los ideales y anhelos de la Revolución. Destaca también su impulso a la escuela de la acción, por medio del trabajo, el deporte y la recreación. Los años de 1928 a 1930 fueron quizá los de mayor desarrollo conceptual de la escuela rural, a tal grado que en esa época hablar de escuela rural equivalía a hablar de escuela mexicana, tanto dentro como fuera del país. La labor de Sáenz dentro de la educación campesina se corresponde con buena parte de la llamada época de oro de la escuela mexicana.

Otra aportación valiosa de Sáenz fue la creación del Sistema de Educación Secundaria, apartándola de la filosofía positivista de la Escuela Nacional Preparatoria. La idea de separar a la secundaria de la ENP la traía Sáenz de tiempo atrás, pero para materializarla mandó primero a capacitar a un destacado contingente de maestros mexicanos a Estados Unidos, los que a su regreso le ayudaron a crear y consolidar este nuevo sistema educativo, con características propias, haciendo de él un sistema formativo, acorde con las edades de los adolescentes mexicanos y las necesidades del pueblo.

Para Sáenz, el principal problema de México era un problema de civilización, como lo fue para los misioneros y humanistas del siglo XVI. Siguiendo el pensamiento de Vasco de Quiroga, Sáenz consideraba que en la obra civilizadora, la parte escolar era mínima, pues antes había que dignificar y mejorar la vida de los campesinos y de los indios. Así, la escuela –y en especial la escuela rural- debía ser agencia de promoción civilizadora.

Sáenz era un convencido de la necesidad de incorporar al indio a la civilización, como un medio para superar su marginación social y cultural. Por ello se propuso impulsar un movimiento indigenista basado en una investigación que él mismo dirigiría. Dicha investigación se llevó a cabo en la región tarasca de la Cañada de los Once Pueblos, durante 7 meses, tiempo en el que Sáenz y su equipo de apasionados especialistas vivieron al lado de la población indígena.Las conclusiones de esta experiencia fueron recabadas en su libro Carapan, en el que como corolario propone la creación de un Departamento Federal de Población Indígena, en virtud de que el indio, de acuerdo con sus estudios, vive lejos en el tiempo y en el espacio; en un mundo sordo, sin leyes y sin jueces; entre la mugre y la enfermedad; comiendo mal, y siendo vejado y humillado en su propia tierra.


Por eso, el Departamento mencionado debería atender primordialmente el problema económico, dedicando la mayor parte de sus actividades a resolver las necesidades materiales de las comunidades indígenas. El programa económico debería ser realista: restitución de la tierra, mejoramiento de los sistemas de cultivo, establecimientos de créditos, impulso a la pequeña industria, etcétera.Acto seguido, debería impulsar la educación, tomando como punto de partida a los adultos. La instrucción sería preponderantemente en el lugar de trabajo: la agricultura directamente en las tierras, la silvicultura en el bosque, las artesanías con los mejores artesanos.

En el Departamento también habría secciones de sanidad e higiene, de catastros e investigaciones sociales, y jurídica, todo enfocado al mejoramiento del nivel de vida de los indígenas.En lo físico, Sáenz fue un hombre de gran energía y fortaleza corporal, y con una apariencia persuasiva que le permitía convencer a los que le escuchaban, para secundar sus planes de trabajo y proyectos. Fue viajero incansable por rancherías, pueblos y zonas marginadas, a las que sólo se podía llegar a caballo o en mula, con el afán de conocer directamente las necesidades de los campesinos y con la mira de evaluar el funcionamiento de las escuelas rurales.

Como funcionario luchó contra la burocratización de las oficinas de la SEP, y al igual que otros grandes de la educación, nunca utilizó los puestos públicos para enriquecerse u obtener privilegios personales. Además, siempre fue en la práctica y en el corazón, maestro, filósofo, humanista y escritor, todo dentro de los ideales de la Revolución Mexicana. Siendo singular fue polémico y tuvo distanciamientos teóricos o prácticos con otros gigantes de la escuela mexicana como Vasconcelos y Bassols, pues como ellos fue apasionado y creador. Por todo lo anterior, pensamos que Moisés Sáenz es uno de los GRANDES MAESTROS MEXICANOS del presente siglo.

Daniel Delgadillo


Daniel Delgadillo

Nació en Atizapán de Zaragoza, Estado de México. Hizo sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios y en la Normal de Profesores, de la ciudad de México, graduándose de maestro en 1893. Pronto comenzó a destacar en la Pedagogía y en la docencia, al mismo tiempo que colaboraba en la principales revistas educativas. Uno de sus primeros trabajos fue la biografía y el análisis de la obra de D. Carlos A. Carrillo, escrita en colaboración con el profesor Gregorio Torres Quintero. Inspector de trabajos manuales en el D.F., Inspector técnico de Escuelas Primarias, Jefe de la Sección Técnica de la Dirección General de Educación, profesor de Geografía, Cosmografía, Ciencas Nacionales en la Escuela Nacional de Maestros; profesor de Geografía en la preparatoria, y de otras instituciones. En 1904 publió su primer trabajo de geografía: "La República Mexicana", que ha servido de texto por varias décadas, y que ha alcanzado más de 20 ediciones. Después: "La Tierra" (Geografía Universal), "El Distrito Federal", "Atlas Geográfico Escolar", un compedio de Geografía Universal, que también fueron textos en toda la República. Autor del Método de Lectura y Escritura: "Leo y Escribo", "Poco a Poco" y "Adelante". Murió enla ciudad de México.

La vida académica del profesor tuvo muchas facetas como recordó Antonio Luna Arroyo en la –oración fúnebre- que pronunció, en el Panteón Francés, “Daniel Delgadillo Gutiérrez había sido “un técnico”, “un sabio de la enseñanza” y “un maestro de maestros”. Formo parte del grupo de Gregorio Torres Quintero, Abraham Castellanos, Celso Pineda y otros, con quienes compartían   una gran amistad,  y conocimientos difundían sus ideas  pedagógicas en la educación primaria y Normal formados en la teoría y práctica por los grandes Educadores de finales del siglo XIX, casi todos ellos escribieron algo referente a su especialidad e integraron un grupo de escritores de obras para la escuela Primaria, que difícilmente se volverá a dar.Perteneció la corriente Pedagógica de la enseñanza Objetiva, o Intuitiva. La formulación y la práctica de la enseñanza objetiva como procedimiento didáctico  aplicable a cualquier asignatura. “Que consiste en orientar el trabajo escolar en forma atractiva y amena  para los niños, al hacer a un lado el rigorismo formal de  clase. Se pronunció en contra de la enseñanza tradicionalista basado en abstracciones y todo aquello que consideró un retroceso en los procedimientos de la enseñanza. Fue uno de los autores de libros de texto con mayor éxito en el magisterio.

La trayectoria que tuvieron sus obras dentro de la cultura escolar fue muy amplia,  como un recurso pedagógico en la formación del alumno en el arte de leer y en la enseñanza de la geografía.“En sus trabajos iniciales,  denota una marcada influencia de Pestalozzi, que posiblemente le llegó por conducto de sus maestros,  ya que la literatura pedagógica de la época era profusa y él estaba en permanente contacto  con los avances mundiales de la Educación; así como también en  la aplicación  del proceso de enseñanza aprendizaje del principio del desarrollo integral armónico del niño.Formador de varias generaciones de profesores, se destaco por su formación enciclopédica y por su interés en los problemas didácticos; señalando  nuevos rumbos en la enseñanza del lenguaje, la geografía y las matemáticas.De 1920 a 1922 fue director de la escuela normal de profesores obteniendo la admiración y el reconocimiento de sus alumnos.

Don Daniel actúa con eficacia en todos los campos de la Educación que se propone, participa en todos los eventos pedagógicos y colabora en publicaciones periódicas de la época. Hablar de su obra  es un placer ya que predica con el ejemplo  nos dice el que, el cómo y el cuándo enseñar, de una manera sencilla, practica  sin olvidar al niño, el profesor, la técnica y el  conocimiento amalgandolos para formar   en sus lectores hombres y mujeres que amen a su país y valoren las riquezas materiales que nos brinda su flora y fauna y aprecien su cultura. Delgadillo ocupa un lugar honroso en la pedagogía mexicana, penetró siempre con profundidad en las diferentes zonas de la didáctica general y especial. En la metodología de la lengua nacional, declara que la gramática no es el medio más a propósito para la adquisición del lenguaje bueno ni malo; y a despecho de los clásicos de la rutina, agrega, hemos sacado de los estantes de la escuela elemental los Herranz,  Quiroz y Academias, poniendo en el lugar que dejaron, ricos y variados ejercicios, en la clase de lectura,  en la de lecciones de cosas, o bien especiales sobre el idioma.